sábado, 26 de noviembre de 2016

Siempre que me pierdo, encuentro

El pasado viernes salí de casa con la intención de conseguir un ejemplar de la guía  Ultramarinos Turia, de la cual hablaré en un próximo escrito (ya sabrán por qué). La publicación, que desde tempranas horas atrapó mi curiosidad, la podía encontrar únicamente en diez comercios.

Mientras disfrutaba de mi primer café, buscaba en Google Maps los posibles destinos donde visualizar el recién publicado ejemplar. Todo indicaba que el más cercano sería La Xocolatina, en el barrio de Benimaclet.

El día quedó corto a las tantas diligencias que tuve que atender y fue sólo después de las seis de la tarde, con el cansancio y la cortina nocturna generándome dudas, cuando decidí emprender mi búsqueda.

Adentrada en el barrio, ya con varias calles recorridas y sin batería suficiente para incluir en mi paseo a ese maravilloso punto azul que se posa sobre nuestra ubicación y nos señala el camino, me di cuenta de que estaba perdida –como suelo estar cuando intento no perderme–.

Ya existía la posibilidad de no encontrar el lugar por mérito propio, ni por las señalizaciones que me indicaron varias de las personas consultadas. Y es que estaba muy distraída con los encantos arquitectónicos y la vida social de aquellas calles. Estaba perdida pero encontrando "cosas" que significaban emociones, posibles imágenes, palabras...

Fue entonces cuando llegué a un pequeño retiro, un mini jardín en la calle Benicolet donde destacaba un iluminado cartel con una de mis palabras favoritas: librería...

Por supuesto, olvidé por completo el objetivo de mi perdición, pero encontré a Estudio 64, una librería-galería dedicada a la ilustración donde el visitante puede disfrutar de una amplia selección de títulos de literatura infantil y juvenil, narrativa, poesía, teoría, arte; y una muy singular y cuidada oferta de juguetes, artículos de diseño y obra gráfica.

Ya sea para disfrutar de un momento impregnado de arte, ver la exposición del momento o encontrar ese regalo especial, les aseguro que visitar Estudio 64 será una acertada decisión.

Yo tuve además la oportunidad de conocer y disfrutar de una amena conversación con Julio Antonio Blasco, ilustrador, editor y uno de los responsables de ese espacio tan especial, a quien agradezco por las imágenes que acompañan esta experiencia.

Sin dudas, más allá de sus perfiles conceptuales, estos espacios de múltiples ofertas y acciones culturales, que permiten el desarrollo y disfrute del conocimiento y la creatividad, son necesarios para la comunidad que los acoge y sus visitantes.

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Qué?: el punto de partida para iniciar cualquier proyecto

Las palabras denotan porque significan, pero connotan porque se contaminan.
Álex Grijelmo

Las ideas llegan en danza desordenada. Al principio son sensaciones, impulsos, intereses, estímulos intermitentes que interrumpen nuestra rutina. A veces son tan insistentes, tan prematuramente prometedoras, que nos obligan a tomar el lápiz y el papel para plasmarlas, darles cuerpo. La gran mayoría pasa al mundo terrenal solo como forma, como símbolos tipográficos perdidos; a veces solo indescifrables con el paso del tiempo. Pero quedan otras, aquéllas que aún escritas siguen rondando en nuestra cabeza, retándonos, exigiéndonos definirlas.

¿Qué?: el punto de partida para iniciar cualquier proyecto. Definir con claridad, y sobre todo con honestidad, lo que queremos o nos proponemos hacer, nos permite vislumbrar con exactitud un gran número de aspectos (positivos o no) necesarios para conocer, ahondar, desarrollar o desechar cualquier idea inicial. Ya sea que actuemos como autor, editor o coordinador, debemos obligatoriamente responder esta pregunta, tantas veces como sea necesario.

¿Qué voy a escribir?, ¿Qué se ha escrito?, ¿Qué falta por decir?; ¿Qué voy a publicar?, ¿Qué puedo aportar con mi trabajo?, ¿Qué quiere leer la gente?, ¿Qué se necesita para poder desarrollar esta idea? Responder estas preguntas nos ayudarán a planificar y controlar mejor cada uno de los procesos que se siguen a la hora de escribir, publicar o coordinar; y  justifican el esfuerzo de los involucrados, el tiempo de producción, la inversión... y llena de una profunda satisfacción a sus autores, responsables, y al público a quien va dirigido.

Cuando se asume un proyecto editorial debemos estar conscientes que nos encontramos ante una tarea compleja, precisamente porque partimos de algo inexistente, de esa idea (propia o ajena) que entusiasma, que ronda nuestra mente, que llega a nosotros esbozada en un papel, en una palabra, pero que solo adquiere forma en la medida en que podamos definirla.




lunes, 25 de agosto de 2014

El arte y disfrute de editar

Creo que no hay nada más placentero para los que nos dedicamos a hacer publicaciones que hojear las páginas de los libros para descubrir, más allá de sus contenidos, aquéllos íntimos detalles que nos hablan de la idea, el sueño, el esmero, la disciplina, las posibilidades y el arte de comunicar.

Cuando un libro reclama mi atención desde un anaquel o una mesa desordenada, tengo una rutina para examinarlo rápidamente: detallo la portada y algunas de sus páginas para descubrir los logros del diseñador; leo el índice para enterarme de las intenciones del editor; reviso y comparo algunos textos internos "clave" para medir la calidad del trabajo; y, finalmente, con una desesperada curiosidad, busco los créditos para detectar a los responsables "inocentes" y "culpables".

Llevo más de veinte años trabajando con libros. Libros viejos, nuevos, inéditos, en serie, ajenos, propios, buenos, malos, farsantes, solitarios e ignorados. Cada libro es un mundo, un diario de personalidades involucradas y de situaciones a veces configuradas, otras inesperadas.

Asumir un proyecto editorial, al igual que cualquier otro proyecto de vida, implica el poder dar respuesta a las ya conocidas interrogantes: qué, cómo, cuándo, cuánto, quién y para quién vamos a editar; para valorar realmente la factibilidad del proyecto. Aunque parezcan unas sencillas preguntas, el poder resolver sus respuestas no es un trabajo fácil.

En este espacio compartiré mis experiencias, para tratar de reflexionar sobre estos seis factores y entablar diálogos que nos permitan compartir, aprender y disfrutar del arte de editar.