El pasado viernes salí de casa con la intención de conseguir un ejemplar de la guía Ultramarinos Turia, de la cual hablaré en un próximo escrito (ya sabrán por qué). La publicación, que desde tempranas horas atrapó mi curiosidad, la podía encontrar únicamente en diez comercios.
Mientras disfrutaba de mi primer café, buscaba en Google Maps los posibles destinos donde visualizar el recién publicado ejemplar. Todo indicaba que el más cercano sería La Xocolatina, en el barrio de Benimaclet.
El día quedó corto a las tantas diligencias que tuve que atender y fue sólo después de las seis de la tarde, con el cansancio y la cortina nocturna generándome dudas, cuando decidí emprender mi búsqueda.
Adentrada en el barrio, ya con varias calles recorridas y sin batería suficiente para incluir en mi paseo a ese maravilloso punto azul que se posa sobre nuestra ubicación y nos señala el camino, me di cuenta de que estaba perdida –como suelo estar cuando intento no perderme–.
Ya existía la posibilidad de no encontrar el lugar por mérito propio, ni por las señalizaciones que me indicaron varias de las personas consultadas. Y es que estaba muy distraída con los encantos arquitectónicos y la vida social de aquellas calles. Estaba perdida pero encontrando "cosas" que significaban emociones, posibles imágenes, palabras...
Fue entonces cuando llegué a un pequeño retiro, un mini jardín en la calle Benicolet donde destacaba un iluminado cartel con una de mis palabras favoritas: librería...
Por supuesto, olvidé por completo el objetivo de mi perdición, pero encontré a Estudio 64, una librería-galería dedicada a la ilustración donde el visitante puede disfrutar de una amplia selección de títulos de literatura infantil y juvenil, narrativa, poesía, teoría, arte; y una muy singular y cuidada oferta de juguetes, artículos de diseño y obra gráfica.
Ya sea para disfrutar de un momento impregnado de arte, ver la exposición del momento o encontrar ese regalo especial, les aseguro que visitar Estudio 64 será una acertada decisión.
Yo tuve además la oportunidad de conocer y disfrutar de una amena conversación con Julio Antonio Blasco, ilustrador, editor y uno de los responsables de ese espacio tan especial, a quien agradezco por las imágenes que acompañan esta experiencia.
Sin dudas, más allá de sus perfiles conceptuales, estos espacios de múltiples ofertas y acciones culturales, que permiten el desarrollo y disfrute del conocimiento y la creatividad, son necesarios para la comunidad que los acoge y sus visitantes.